Otro de los relatos de la colección Recetas para el calor de una noche. Ya metida en faena, la verdad es que fui leyendo una tras otra a ratitos perdidos.
SINOPSIS:
¿Pueden la brisa del mar, la malvasía y el marisco unir a dos personas aparentemente opuestas?
Inés es una arqueóloga solitaria a la que le interesan más los muertos que los vivos. No le gustan ni el sol, ni las aglomeraciones, ni el marisco; pero a pesar de eso, cuando su antiguo profesor de Historia le propone pasar el verano trabajando en una excavación en Menorca, la respuesta es sí.
Rodrigo es un ingeniero agrónomo que trabaja en la finca que ha pertenecido a su familia desde hace generaciones. Jinete experimentado, juerguista y defensor a ultranza de las tradiciones de su tierra. Cuando paseando una noche por Ciudadela, escucha a una turista criticando la caldereta de langosta, se propone convencerla de lo equivocada que está.
* * *
Una historia entretenida y apasionada, con dos personajes de esos que se calientan rápido, para bien o para mal, y por eso en los primeros encuentros (o más bien encontronazos) ya saltan chispas entre ellos. Inés es una arqueóloga devota de su trabajo, bastante cabezota y un poco borde. Rodrigo es la horma de su zapato. Cuando se encuentran descubren que entre ellos hay química, pero las cosas se complican y... bueno, ya sabemos lo que pasa.
Es un relato con un conflicto bien trazado en el que las cosas se van enredando poco a poco hasta que se les van completamente de las manos. Me ha gustado la evolución de los personajes y como, a pesar de lo tercos que son, son capaces de dar su brazo a torcer.
Es una lectura perfecta para pasar un buen rato y acabar con buen sabor de boca.
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