Lo que arriesgué por ti (Marisa Sicilia)

Nada más terminar la lectura de este libro sé que me va a dejar una resaca literaria importante. Quizás por eso no lo empecé justo a continuación de Nadina o la atracción del vacío, porque sabía que sería intenso y duro, y necesitaba coger fuerzas. En cierto modo son muy diferentes, porque en el primero la tensión se va formando de otra manera. Aquí sabemos desde el principio que Dmitry lo ha perdido todo, y cada paso que da es como si atravesara un campo de minas. Es una tensión alta y sostenida todo el tiempo, la de aquel que ya no tiene nada que perder. O que está tan acostumbrado a perderlo todo que casi no le importa, porque es un superviviente. Y seguirá adelante mientras respire.

SINOPSIS:

¿Cuánto arriesgarías por algo que no es más que sexo? ¿Y si fuese amor? ¿Tu seguridad? ¿Tu trabajo? ¿Tu futuro? ¿Tu vida?

Dmitry ha dejado atrás París. Ha perdido su negocio, a sus amigos, a la mujer a la que amaba. Los integristas han puesto precio a su cabeza y solo la protección de los servicios de inteligencia ha impedido que cumpla condena en prisión. Pero no a cambio de nada. Si quiere recuperar su libertad, tendrá que encargarse del trabajo sucio, la clase de misiones solo aptas para hombres sin escrúpulos, hombres de los que prescindir cuando dejan de ser útiles. Por eso no es buena idea enfrentarse a Antje, su supervisora en Berlín y la mujer que con una sola palabra puede hacer que sea expulsado del programa o que su vida carezca de valor. No, no deberían mezclar sexo y trabajo ni llevar su relación al límite. No pueden confiar el uno en el otro, ella está acostumbrada a ejercer el control, se aferra a los protocolos y las normas, ha llegado alto y se ha vuelto dura por el camino. Además, la prioridad es la amenaza terrorista que se cierne sobre toda Europa y pone en jaque a Berlín.

No, no encajan, ya salió mal otras veces, pertenecen a mundos muy distintos, no pueden permitirse que las emociones pongan en peligro todo lo demás, pero ¿y si lo arriesgan todo?

* * *

Ay-Dios-mío.

Cuando un personaje tan embrutecido como Dmitry, que ha hecho sufrir tanto a los protagonistas de Nadina o la atracción del vacío tiene su propia historia y empieza tan tocado como tiene que empezar él en Berlín, es inevitable preguntarse cuánto tendrá que sufrir para redimirse y que dejemos de verlo como el traficante cruel y sin escrúpulos que era capaz de casi cualquier cosa por retener a la mujer que amaba en una relación tóxica y enfermiza. Confieso que tenía mis dudas sobre si lograría comprenderlo y amarlo. Al principio quizás me dio un poco de lástima. Al fin y al cabo, tras una vida de poder y de lujo tiene que ser muy difícil aceptar que lo has perdido todo y estás a merced de otros porque tu cabeza tiene precio. Su vida es un asco. Su trabajo es un asco. Sus expectativas de futuro son casi nulas. Se limita a sobrevivir, pero no se rinde. Nunca se rinde. Porque ha vivido casi toda su vida en el infierno y ni le tiene miedo ni se siente incómodo de vuelta en él. 

No sé si soy una blanda pero  no tardé nada en comprender que Dmitry no es más que una víctima. El hombre duro, insensible y cruel en el fondo sigue siendo ese niño que creció sin amor, y al que le pasó por encima una guerra, como él mismo reconoce. Es un superviviente, por eso aguanta lo que le echen, hasta a su supervisora, Antje, que no le da tregua, posiblemente porque lo ve como lo que todo el mundo cree que es: un traficante oportunista, frío y sin escrúpulos. En un principio chocan continuamente, aunque quien tiene la sartén por el mango indudablemente es ella, y él lo único que puede hacer es contestarle de forma irreverente y provocarla para demostrarle que nunca podrá controlarlo al cien por cien. 

Y Antje pica, porque esa audacia de Dmitry la saca de quicio, pero también resulta refrescante en un mundo donde todo está controlado al milímetro. Bueno, tal vez refrescante no es la palabra, pero es obvio que consigue captar su interés, porque con él nada puede darse por seguro. Es una auténtica bomba de relojería. Una muy sexy y con una personalidad arrolladora. 

Es una suerte que la personalidad de Antje sea tan fuerte y que además sea una mujer con una posición de poder, mayor que él y con la cabeza bastante bien amueblada, porque es lo único que los salva de otra relación tóxica. Dmitry no sabe querer de una forma sana, y le cuesta mucho aprender, todo hay que decirlo. Es impredecible, irascible, orgulloso, impaciente, bruto como él solo, y va a su bola, lo cual, en el mundo en el que se mueve, es un peligro, para él y para quienes lo rodean. Pero, como podéis imaginar, en este punto yo ya estaba absolutamente enamorada de él y por supuesto de la historia. Además, tienen una química brutal, todo sea dicho.

Con una historia compleja de relaciones internacionales a veces tensas, a veces llenas de falsedad y mentiras, mezcladas con terrorismo, tráfico de armas, extorsión, amenazas, un matrimonio al borde del colapso y una relación sin futuro aparente, Marisa Sicilia nos muestra un Berlín en el que aún persisten las ruinas de un pasado gris y vergonzoso, que se mezclan con la esperanza de un futuro mejor. Es cruel la forma en que Dmitry se ve obligado a sumergirse de nuevo en una miseria de la que lleva toda su vida huyendo, pero cuando lo conoces te das cuenta de que puede con ello, porque ha estado aún peor. Solo Antje es capaz de destrozarlo definitivamente, porque la confianza es algo que no han trabajado lo suficiente y sin lo que una relación no sale adelante. Y menos una con tantas cosas en contra. 

Si el libro de por sí me ha durado poco, la segunda mitad me la he bebido en un suspiro. He sufrido un montón, por ella, por sus miedos e inseguridades, por él, por todo lo que le pasa (qué angustia, por favor) y por los dos, porque a veces una decisión incorrecta o el simple hecho de no decidirse, puede acabar con algo para siempre, incluso hasta con la vida de la persona que amas.

Sin decir nada demasiado obvio, espero haberos dicho lo suficiente como para que le deis una oportunidad. Os vais a enamorar de esta historia como lo he hecho yo. 

Ya estoy segura de que va a tener un puesto entre mis mejores lecturas de este año.