Hacía tiempo que tenía ganas de leer a la autora, y cuando vi esta novela en promoción, no pude resistirme por más tiempo.
SINOPSIS:
«La casa de Mar» es una novela feelgood tan bonita como emotiva.
Tras un año de luto, Mar regresa al pueblo donde solía veranear en su infancia para hacerse cargo de la casa familiar. El año ha sido tan sombrío que se fuerza a sí misma a parar y tomar decisiones. Con la excusa de solucionar la venta de la casa, que la hereda como una carga, se traslada a la costa durante unos meses que marcarán su vida. El reencuentro con su pasado y nuevos desafíos por afrontar serán clave para retomar el timón de su futuro.
Una historia madurativa y de superación de mujer contemporánea que te emociona y te lleva a un lugar tranquilo y apacible de tu interior.
Si te gustan los romances verdaderos, las historias de amor real, los lugares con encanto, esta es tu novela: sensaciones, atracción, esperanza, revolución interior, búsqueda de la felicidad, reencuentros, enemy to lovers, celos... Si para ti el amor no son las sombras de Grey, lee feelgood y encontrarás vida y felicidad más allá de la atracción física.
* * *
Hay muchas cosas en esta novela que me han sorprendido. La primera, que no esperaba que comenzara con un tono tan triste y gris, pero la apuesta inicial es fuerte: Mar ha perdido a sus padres y a su pareja. Una auténtica tragedia que ha puesto su vida del revés y de la que, casi un año después, todavía no se ha recuperado. En parte porque no ha pasado por el proceso de duelo al ritmo que necesitaba, por eso, tras una baja por ansiedad, coge una excedencia y regresa al pueblo de los veranos de su infancia, para decidir qué hacer con la casa de sus padres, descansar, y encontrarse a así misma.
Mar es una mujer adulta, con un pasado en el que ha sido feliz, un presente en el que no está buscando el amor, y unos recuerdos de su juventud en ese pueblo que no son ni buenos, ni malos. No hay, en realidad, nada que la ate al pueblo aparte de la casa. Al menos hasta que empieza a echar raíces allí sin pretenderlo siquiera.
Me ha gustado encontrarme con una novela feelgood a la española, con el encanto de un pueblo costero fuera de la temporada turística, con el olor a mar, la playa, y el desayuno en el bar, donde en otras novelas hay té, pastas y librerías cuquis. Y tranquilidad, aislamiento elegido, y amistades encontradas en personas que ya estaban en su pasado pero que no parecían tener un hueco en su presente.
Por una parte está Diego. Su hermano Quique tuvo una fugaz historia con Mar cuando eran adolescentes, y ahora que vive en el pueblo y se reencuentra con ella no duda en tenderle una mano. Por otro lado está Irene, que es la mejor amiga de Diego, y se hace también amiga de Mar. Y, para completar el elenco, reaparece Quique, que está casado y en plena crisis de los cuarenta, por lo que parece, y viene a liarla un poco.
Reconozco que Diego no es un protagonista que me haya llamado la atención, ni me haya enamorado. Es inseguro, no tiene mucho carisma, y en ocasiones hasta me parecía un poco plasta, y no acababa de entenderlo. Unas veces parece alegre y despreocupado, y otras, el enanito gruñón. Supongo que la razón de toda esa inestabilidad es su inseguridad, pero me ponía un poco nerviosa. Irene y Quique me han parecido dos tóxicos de cuidado, manipuladores y egoístas. En cierto modo es una suerte que Mar pase bastante de socializar y de forjar lazos fuertes en el pueblo, por lo menos al principio, porque con las opciones que tiene y en su situación emocional, lo mejor que puede ocurrir es que le resbale cuando se ponen en plan bipolar, cosa que pasa bastante a menudo.
Aunque en el fondo queda una historia de perdón, de aceptación y de sanación, la relación de amistad que surge en el grupo no me ha calado del todo, ni tampoco el amor entre Mar y Diego. Me habría gustado encontrar un poco más de química entre ellos, algo más de chispa, aunque sea un amor a fuego lento.
Aun así, es una historia bonita, de crecimiento y superación. Os animo a darle una oportunidad.
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