Mil tequieros (Isabel Keats)

 Hace ya más de un año que leí Mil campanas, y ya entonces tuve claro que leería también Mil tequieros, que es la historia de Phoenix y Achu, secundarios de lujo en aquella novela, y de la que ya se intuía un poco por dónde irían los tiros. La he escuchado en formato audiolibro a través de Audible, y la experiencia ha estado bastante bien.

SINOPSIS:

Esto no puede estar pasándole a ella. Al menos eso es lo que se repite Achu, una y otra vez, cuando su ordenada vida —una meteórica carrera en un conocido bufete de San Diego, un novio atractivo y con una buena posición económica— salta por los aires y, de pronto, se encuentra en una cabaña perdida, en mitad de una tormenta de nieve y sin otra compañía que un desconocido de ascendencia nativo americana, de pocas palabras y con los ojos azules más bonitos del mundo.

Las cosas ya no pueden ir a peor, o... ¿quizá sí?

Cuando el destino te pone a prueba, tienes dos opciones: hundirte y llorar, o salir a flote y aprender a vivir de verdad.

«Si leíste, “Mil campanas”, no dejes escapar la oportunidad de reencontrarte con algunos de sus deliciosos personajes».

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En cierto modo es una historia bastante típica: chica exitosa, adicta al trabajo y con una carrera prometedora, acostumbrada a tener todo tipo de comodidades y lujos (bastante pija y un poquito snob, la verdad), se queda atrapada en una tormenta y se ve obligada a pasar algún tiempo con un tipo muy atractivo pero que es lo opuesto a ella: amante de la naturaleza y la vida sencilla, y básico a más no poder. Ella es doña "Por si acaso" y él don "No hace falta", muy apañado pero incapaz de entender que con tantas restricciones a la pobre  mujer le puede acabar dando un ataque de ansiedad. 

Achu no está en su mejor momento después de haber sido traicionada por su novio, y decide pasar unos días en una cabaña perdida y equipada supuestamente con todo lo necesario, propiedad de su recién hallado padre. Pero queda atrapada en una tormenta de la que es rescatada por Phoenix, el hijo adoptivo de su padre, que se encarga de repetirle más que suficientes veces que no tienen ningún vínculo de sangre, a pesar de que ella se empeña en verlo como el hermano que nunca tuvo. Cuando la lleva a la cabaña en la que se aloja, y que van a tener que compartir, resulta que no es, ni de lejos, lo que ella había imaginado. 

Me ha costado un poco entender ese afán de Phoenix por hacérselas pasar canutas a Achu, que a todas luces es una maniática del orden, el lujo y la vida moderna. Incluso tras conocer su motivación para hacerlo, y los resultados del experimento, me parece que se pasa unos cuantos pueblos. Me ha dado pena la pobrecilla, a pesar de que es una pija y no le viene mal el escarmiento. Y aunque es bastante mono, el chico no juega demasiado limpio, cosa que no me ha gustado demasiado. 

Es un romance a fuego lento, de eso no cabe duda, y me ha gustado la relación que se va estableciendo entre ambos, y como, a medida que aumenta la confianza entre ellos, también Achu va ganando confianza en sí misma. Hay algunos momentos muy bonitos y tiernos, y también divertidos, aunque no es una comedia de partirse de risa, pero sí de las que te tienen todo el rato con la sonrisilla en la boca. 

Me parece una buena lectura para intercalar con otras más densas, y para entretenerse sin comeduras de coco ni tramas enrevesadas. ¿La conocíais?