Palabras que nunca te dije (María Martínez)

Llevaba tiempo viendo este libro por las redes sociales, y me llamaba bastante la atención, con esa portada tan cálida, veraniega y tierna. Y me apetecía conocer la pluma de la autora porque había leído muy buenas reseñas. Os parecerá mentira, pero me puse a revisar mi Kindle a ver qué podía leer, y ahí estaba. Lo adquirí hace ¡dos años! (cuando tenía una portada diferente y menos llamativa) y ni siquiera sabía que lo tenía. 

Lo sé, soy un caso. Pero si tenéis tantos libros acumulados como yo, seguro que me entendéis. 

SINOPSIS:

Sara está a punto de cumplir los treinta y ya ha perdido la esperanza y la ilusión en un matrimonio que va a la deriva. Ha pasado demasiado tiempo ignorando su vida y sabe que no es feliz. Ya no existe la chica que perseguía sus sueños y en su lugar hay una mujer a la que apenas logra comprender.

Lo que Sara no sabe es que un suceso inesperado sacudirá su pequeño mundo por completo. Cuando Christina, su mejor amiga, le pida que viaje hasta un tranquilo pueblo de La Provenza para hacerse cargo de las reformas de un bonito Château que pretende convertir en un hotel.

Han pasado siete meses desde que los demonios de Jayden lo llevaron hasta Tullia y aún no ha conseguido enfrentarse a ellos. Mientras trata de recomponer su presente y asumir un doloroso pasado, se gana la vida haciendo chapuzas para los vecinos del pueblo. Amable, divertido, y con una personalidad encantadora, se ha convertido en ese amigo al que todos recurren para solucionar sus problemas.

Una casualidad, o puede que el destino, une las vidas de Sara y Jayden. Dos almas rotas que, sin darse cuenta, empiezan a necesitarse para sobrevivir.

Comienza el verano y, entre campos de lavanda, estrellas fugaces y luciérnagas, ambos descubrirán que, quizá, merezcan una segunda oportunidad.

* * *

Empecé el libro un poco a ciegas, porque la verdad es que ni había leído la sinopsis. En pocas páginas me había dado cuenta de que Sara era una pobre desgraciada, enterrada en vida en un matrimonio sin amor, con un marido que casi todo lo que se me ocurre para describirlo son palabrotas, y una vida aburrida y llena de miedos y limitaciones. Solo la salvan su pequeño hijo, al que tiende a sobreproteger, su familia, que está lejos, en España, y su amiga Christina. La única amiga que le queda porque su marido se ha encargado de alejar a todas las demás. 

Debido a su juventud e inexperiencia, y a una necesidad imperiosa de seguridad provocada por la muerte prematura de su padre, Sara se ha conformado con una vida que no la satisface. Dejó de trabajar para cuidar a su hijo, y solo vive para él y para su marido, Colin, que la ignora la mayor parte del tiempo, y la trata como a una criada el resto de las ocasiones. Es un personaje tan egoísta e insufrible que estás deseando que ella le dé la patada desde el primer momento. Se lo gana a pulso.

Cuando, al llegar las vacaciones, él decide quedarse en Londres, supuestamente por trabajo, mientras ella y el niño viajan a España, Sara está a punto de llegar al límite que la precipitará a una nueva vida. El empujón definitivo se lo da Christina al pedirle que la ayude a poner en marcha su sueño de convertir el Chatêau que su padre le dejó en la Provenza en un pequeño hotel con encanto. Al principio no está muy convencida y no se cree capaz (porque es lo que le llevan repitiendo durante mucho tiempo), pero se atreve, lo hace, y eso será el principio del fin.

En la Provenza encontrará la paz, la amistad de unos desconocidos que le abren sus corazones, y el amor, al que trata de resistirse con uñas y dientes, en la persona de Jayden, un soldado americano que está allí tratando de curar sus propias heridas, sobre todo las emocionales. 

Jayden es un amor, y tan distinto a su (estirado, aburrido, desconsiderado, faltón y gruñón) marido, que es imposible no caer rendida a sus encantos. Sobre todo porque la respeta y la apoya. Y si las cosas no se precipitan desde el primer momento es porque cree que es una mujer casada y feliz. Pero Sara es infeliz. Mucho. Y no se da cuenta de cuánto hasta que no se descubre a sí misma en la Provenza. 

Me ha encantado la pluma de la autora, pausada, fluida, deliciosa. Me he transportado a los viñedos, a las tardes de sol, a la tranquilidad del pueblo. He sentido la brisa, el calor, el olor de la tierra, el silencio, el miedo de Sara a descubrir todo eso que la vida le estaba poniendo delante. La esperanza. El dolor. Y el amor. 

Por ponerle alguna pega, diré que quizás se me ha hecho un poco lenta, sobre todo en la primera mitad. Aunque la autora nos presenta con detalle a los personajes y sus circunstancias, llegué casi a la mitad del libro pensando que apenas había pasado nada. A partir de ahí el ritmo mejora, y acaba siendo una historia muy bonita, intensa y dulce, que se disfruta un montón. 

Sin duda no será lo último que lea de la autora. 

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