domingo, 17 de octubre de 2021

Annie MacAllister ha vuelto, capítulo 1

 Hace un par de semanas os anunciaba mi regreso a la romántica contemporánea con Annie MacAllister ha vuelto, la historia de una cantante de country que regresa a su pueblo natal, después de ocho años, con la intención de volver a marcharse cuanto antes, pero las musas deciden que para qué tanta prisa y después de haberla tenido abandonada durante un tiempo, vuelven con ella precisamente en ese entorno lleno de recuerdos. Temerosa de que la inspiración la abandone si regresa a su vida antes de haberle sacado todo el provecho, Annie decide quedarse solo hasta que escriba su nuevo disco. Al fin y al cabo, su vida está en Nashville, y no allí, donde aún sigue viviendo su novio de la adolescencia, Tom.

Así de bonita es la portada, un maravilloso trabajo de Imagina Designs:

Annie MacAllister ha vuelto capítulo 1

¿Os apetece echarle un vistazo al primer capítulo? 

* * *

CAPÍTULO 1

—Señorita MacAllister, es la hora. 

Ann se miró por última vez en el espejo del pequeño camerino. Su maquillaje estaba impecable, pero aun así no pudo evitar pasar con cuidado el dedo meñique por el rabillo del ojo para eliminar una mancha inexistente. El perfilador negro y las sombras en tonos malva resaltaban a la perfección sus ojos verdes, que las cejas, oscuras y bien perfiladas, enmarcaban con delicadeza. Por fortuna, el corrector había logrado camuflar con éxito las ojeras que lucía desde hacía unas semanas. Se retocó una vez más el pelo, que se había dejado suelto. Por fin, inspiró hondo y sonrió a su reflejo para recordarse por qué estaba allí: Aquel era su sueño, ella era la protagonista, la gente la esperaba. Se levantó, se estiró el top corto y ceñido que luciría durante el concierto y salió al corredor, donde Connor, su socio y guitarrista, la estaba esperando. Los tacones de sus botas resonaron por unos instantes mientras ambos caminaban juntos en dirección al escenario,  hasta que los gritos del público los acallaron al recibirlos con entusiasmo. Mientras Connor se colgaba su guitarra, ella cogió también la que le habían dejado preparada y se acercó al micrófono. 

—¡Buenas noches, Nashville!

Otro vocerío atronador le respondió con energía. Sonrió en respuesta y miró alrededor. A pesar de la oscuridad reinante, había bastante gente, aunque la sala distaba de estar llena. Sintió una pequeña punzada de decepción. Probablemente Connor tenía razón y el tirón de su último trabajo se había agotado hacía tiempo. No había querido verlo pero la evidencia estaba ahí.

Se giró hacia los músicos e hizo un leve gesto en dirección a Josh, el batería. La gente empezó a saltar al reconocer la canción. No en vano, El pasado quedó atrás había sido uno de sus primeros y mayores éxitos. Comenzó a rasguear la guitarra y cerró los ojos, volcándose de lleno en la música. Su voz, clara y melodiosa, llenó pronto el local, cantando con emoción la historia de una chica de pueblo que lo había dejado todo atrás para perseguir su sueño y convertirse en cantante de música country.

Su historia. 

Dejó la guitarra a un lado para la segunda canción, que era más gamberra y provocativa y hablaba de vivir el presente, disfrutar de la vida y dejarse llevar. Lo que había intentado hacer durante los últimos ocho años, con más o menos éxito. Había cosas que no podía dejar atrás a pesar de todo y que empezaban a pesar como losas a su espalda. Cosas que se estaban convirtiendo en un lastre para su creatividad. No encontraba otra explicación para el hecho de que llevara meses sin lograr componer absolutamente nada. 

A pesar de que la afluencia de público no era todo lo buena que cabría esperar, el ambiente resultaba distendido y agradable. La gente respondía, coreaba las canciones, saltaba y sonreía. Ella adoraba verles disfrutar, porque era la forma más segura de disfrutarlo a su vez. Los focos de colores, en lila, azul y rosa, barrieron la sala. Empezaban a darle calor, y se retiró la melena a un lado. Se oyó un silbido y miró hacia el lugar de donde había salido, esbozando una sonrisa traviesa y guiñando un ojo. 

Una tras otra, las canciones se sucedieron alternando las más movidas, alegres y divertidas con las emocionales y hasta melancólicas. Algunas de ellas las había escrito en momentos francamente difíciles para ella, como la primera Navidad que había pasado lejos de casa. Pero su padre no quería que volviera si no era para quedarse, y eso era algo que ella no estaba dispuesta a discutir. Su vida era suya y nadie más que ella tomaría las decisiones respecto a su futuro, a qué quería hacer con ella o dónde o haciendo qué deseaba vivirla. 

El tiempo se le pasó volando. Cuando quiso darse cuenta estaban en la última canción, aunque contaba con cantar al menos un par más si el público se lo pedía. Y siempre lo pedían. Puede que hubiera perdido parte de la magia a la hora de componer, pero cantando seguía teniendo su toque, y sus canciones conectaban con la gente. Eran algo vivo, al menos las que había escrito hasta poco tiempo atrás. 


Sin embargo, cuando las luces se apagaron y el eco de la gente se quedó tras la puerta cerrada del camerino al que había regresado para cambiarse, Ann se miró de nuevo al espejo y le pareció ver a otra persona. Una que no tenía ya nada por lo que luchar o seguir adelante. Una que tenía el corazón vacío y nada que contar. Su maquillaje se había desdibujado ligeramente por efecto del calor de los focos y las carreras de un lado a otro del escenario, y su pelo estaba húmedo del sudor. Se lo tuvo que apartar con la mano de la frente y la sien, donde se había quedado pegado. El glamour se quedaba siempre en el escenario. Allí detrás, después de darlo todo, solo quedaba ella, una chica tan llena de inseguridades y de miedos como la que más.

Unos golpecitos en la puerta la sacaron de sus cavilaciones. La voz ligeramente cantarina de Connor  se escuchó del otro lado:

—Ann, ¿estás visible? ¿Puedo pasar?

Ella sonrió. 

—Claro, adelante, aún me estoy desmaquillando. 

Cogió del neceser sus discos de algodón y su loción desmaquilladora y empezó a retirar los restos de sombra de ojos y de rímel mientras él, recién duchado y con el pelo todavía húmedo, se acercaba y se inclinaba junto a ella, situándose a su espalda y colocando las manos en sus hombros desnudos. El toque de Connor siempre era cálido y amistoso, y la hacía sentir bien, no importaba que lo que fuera a decirle resultara ser algo que no quería escuchar una vez más. 

—Ha estado genial, la gente se ha quedado encantada.

—Lo sé, yo también lo he notado. 

—Se te veía feliz, entregada, disfrutando del concierto. 

—He disfrutado. Y tú también, ¿no?

—Claro, lástima que no hayamos podido presentar alguna canción nueva. Nos habría venido genial.

Lo sabía. Sabía que diría algo así. Llevaba meses recordándoselo. 

Se giró y le sonrió a medias. 

—Supongo que en cualquier momento las musas volverán a mí. Solo necesito un poco más de tiempo.

Él no se dejó engañar por su sonrisa. Se incorporó y dio unos pasos por el pequeño recinto. La ropa que Ann había dejado preparada para cuando volviera a casa estaba colgada en una percha junto a la puerta del baño con ducha anexo al camerino. Ann terminó de desmaquillarse sin dejar de mirarlo de reojo.

—No creo que podamos conseguir ningún concierto más a menos que sea en un bar de Broadway.

Sonó como si la hubiera abofeteado. Probablemente era el efecto que Connor quería lograr. Sin embargo Ann estaba preparada y no se inmutó. Al menos por fuera. 

—No tengo ningún problema en tocar en Broadway. Pasé varios años tocando allí, ¿recuerdas? Por lo que a mí respecta, aprendí mucho y me trataron bien. 

—Pero ahora no eres una cantante de bar, Ann, estás a otro nivel. Deberíamos estar grabando un nuevo disco que presentar en programas de televisión. Uno que nos permitiera actuar en el próximo CMA music festival, o en el Country Jam, o en la Super Bowl.

Suspiró y cerró los ojos. Aunque no quería que Connor lo viera, aquello la agotaba. Sabía que tenía que escribir, pero no podía. No era capaz de escribir ni dos frases buenas para una canción. Y cuando se centraba en la melodía solo conseguía sucesiones de acordes que sonaban bien, pero no decían nada. 

—Lo intento, Connor, de veras que lo intento. 

Él siguió dando vueltas por la estancia mientras se pasaba los dedos por el flequillo, rubio cobrizo y un poco largo que, según la ropa que se pusiera, podía hacerlo parecer tanto un granjero de Kansas como un irlandés estiloso y cosmopolita.  

—Tal vez lo que necesites sea darle un giro a tu vida.  Y no, no me refiero a unas vacaciones. La escapada a Puerto Rico que hiciste hace un par de meses tampoco te sirvió de mucho. 

Ann chasqueó la lengua y bajó la vista. Había recogido ya el neceser y solo le faltaba ducharse. Confiaba en que el rapapolvo fuera breve pero no podía contar con ello. Connor podía ponerse muy intenso.

—Fue a México, no a Puerto Rico. 

—Bueno, mejor me lo pones. Las apasionadas y coloridas noches caribeñas, las playas de arena blanca  y ese cielo azul infinito debieron haberte cargado de inspiración para al menos una docena de canciones. Y no trajiste ni una. Ni una. 

—Tyler sufrió una insolación jugando al voleibol y después de eso no pasamos mucho tiempo en la playa —se defendió ella—. Y además, llovió durante tres días seguidos. Fueron unas vacaciones de todo menos idílicas. 

—Entonces podías haber escrito algo en la habitación entre polvo y polvo con ese novio guaperas que tienes. —Ann abrió mucho los ojos. Todavía se sorprendía de lo basto que podía ser Connor en ocasiones—. Sí, no me mires así. Tu novio es un actor cada vez más conocido, las chicas se matan por una sonrisa suya, y tú te lo llevas al Caribe y no eres capaz ni de escribir una canción sobre sus ojos azul piscina o su tableta de abdominales. 

Al final se rio, no pudo evitarlo. 

—No le digas a Tyler que te has fijado en sus abdominales o no volverá a acercarse a diez metros de ti. 

—Como si me preocupara lo que piense «Cara bonita» de mí. Céntrate. Tienes que hacer algo ya o tu carrera se va a hundir como el Titanic. Y la mía también. Te recuerdo que somos un equipo.

Ella resopló. 

—Lo sé, Connor, lo sé. Te prometo que me voy a encerrar en mi casa y no saldré de allí hasta que tenga al menos una canción aprovechable. 

—¿Por qué no te vas a vivir con él? O mejor aún, ¿por qué no os prometéis? Sería una publicidad fabulosa para ambos. 

Ann se quedó muda, mirando al pirado de su socio con los ojos muy abiertos, mientras Connor seguía paseándose por el camerino sin reparar en el efecto que sus palabras le habían causado. ¿Se había vuelto loco? ¿Pero cómo iba a casarse con Tyler para relanzar su carrera? Ni siquiera habían hablado de vivir juntos, ni le veía ningún sentido a hacerlo. Llevaban saliendo casi tres años, pero ambos tenían vidas muy ocupadas. Tyler se había pasado el último año y medio viajando de un lado a otro del país para rodar una comedia romántica tras otra, y ella también tenía que desplazarse a veces por su trabajo. Pocas veces coincidían en Nashville, donde ambos tenían su residencia permanente. Aunque en el caso de Ann era porque la ciudad era una oportunidad para cualquiera que quisiera vivir de la música country, y en el de Tyler, lo único que lo retenía allí era la casa que había heredado de su abuela paterna. En realidad él podría vivir en cualquier parte, porque se movía de forma casi permanente. Nunca pasaba en la ciudad más de un par de días cada mes, con suerte. 

—¿Ann? ¿Has oído lo que he dicho?

—Se te ha ido la cabeza, Connor. No voy a irme a vivir con Tyler y mucho menos casarme para conseguir un puñado de portadas en las revistas de cotilleos. Quiero que la gente hable de mis canciones, no de mi vida amorosa.

—Pero hacéis una pareja fantástica, Ann. En la última gala de los premios de la Academia de Música Country fuisteis los más fotografiados. A mí ni me miraban.

—No exageres. 

—No lo hago. Juntos sois irresistibles. Piensa en ello. O tráeme un puñado de canciones con las que pueda trabajar y que consigan que me olvide del tema, porque si no, te juro que voy a ir a por tu escurridizo Míster perfecto y le voy a hacer la misma proposición indecente que acabo de hacerte a ti. 

* * *

Pues hasta aquí el primer capítulo. Si os apetece saber más de Ann, de Connor y de Tyler (y conocer a Tom), espero que os animéis a haceros con él. Está disponible en Amazon tanto en formato papel en tapa blanda como en digital. Y gratis para Kindle Unlimited. Os dejo el enlace:


Espero vuestros comentarios y opiniones. 

16 comentarios:

  1. ¡Hola Lucía!
    No sabia que tenias libros por Amazon.
    La verdad se me hace sumamente original, me gusto la trama y los personajes, y más que todo me gusta la temática ya que soy muy fan de la country music. Así que me lo llevo anotado para auto regalarme en navidad.
    Un saludo!


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    1. ¡Hola! Me alegro de que te haya llamado la atención. Espero que te animes a leerlo y que lo disfrutes mucho. Por favor, no dejes de comentarme tus impresiones cuando lo leas. ¡Besos!

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  2. ¡Holaaa! Felicidades por el regreso y se ve que lo haces por la puerta grande. El primer capítulo ha enganchado así que lo tendré en cuenta para mis futuras lecturas!
    Besosss ♥

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  3. hola
    buen comienzo de novela, ya la tengo apuntadita a ver si no tardo en hacerme con ella y disfrutarla
    Besotesssssssssssssss

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    1. ¡Gracias! Me encantará conocer tu opinión si te animas a leerla. ¡Besos!

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  4. Hola,
    Una trama muy interesante y el capítulo te engancha sin esfuerzo. Enhorabuena por tu regreso.
    Besos desde Promesas de Amor, nos leemos.

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  5. ¡Hola!

    Pues me ha encantado este primer capítulo y te seguiré la pista, porque ya sabes que me encantan este tipo de libros <3

    Un abrazo

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    1. ¡Hola! Me alegro de que te haya gustado. Espero que te animes a leerlo. Un abrazo.

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  6. Buen primer capítulo, deseando leer más.
    Besos

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  7. ¡Hola, hola! Me ha gustado mucho, tiene muy buena pinta. La verdad que engancha*-*

    ¡Nos leemos!

    XX ASH XX

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    1. ¡Hola! Me alegro mucho de que te haya gustado. ¡Un abrazo!

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  8. Hola.
    La portada es una maravilla, y el capítulo está muy bien.
    Muchos besos.

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    1. ¡Hola! estamos de acuerdo en la portada, me encanta. Muchas gracias por pasarte. ¡Besos!

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