Zen en el arte de escribir (Ray Bradbury)

Había visto varias recomendaciones de este libro en podcasts y blogs para escritores, y su título me producía bastante curiosidad. No hace mucho que releí Fahrenheit 451 (que leí en el instituto y en aquel momento pasó sin pena ni gloria, como casi todas las lecturas obligadas) y encontré bastante más interesante de lo que lo recordaba el estilo del autor, así que me apetecía descubrirlo un poco más. Este verano, en una de las ya clásicas tardes al principio de las vacaciones en que toda la familia nos metemos en una librería y compramos cada uno un libro para disfrutar esos días, lo encontré y me decidí a comprarlo.

SINOPSIS:

Once exuberantes ensayos sobre el placer de escribir por uno de los más imaginativos y prolíficos autores del siglo veinte, un escritor que disfrutaba en verdad de su oficio. Bradbury examina con sabiduría y entusiasmo toda una vida dedicada a la creación y a la composición de docenas de cuentos, novelas, guiones de películas, obras de teatro, programas de televisión y musicales. Refrescantes y directos, todos ellos tienen en común: escribir es una celebración, no una pesada tarea. Nos habla de la fiebre, el ardor, la felicidad que él ha encontrado en el acto de escribir y nos dice que estos hallazgos también pueden ser nuestros. La necesidad de plasmar en el papel aquello que permanece sumergido en el inconsciente durante mucho tiempo no puede ser una ardua tarea dirigida a lectores o críticos, sino a uno mismo.

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Tenía muchas expectativas puestas en este libro, y probablemente por eso lo cogí con bastantes ganas. A partir del tercer o cuarto ensayo, mis ganas empezaron a diluirse. No estoy acostumbrada a leer ensayo, y no creo que a corto plazo vaya a salir corriendo a repetir la experiencia, porque la verdad es que se me ha hecho más pesado de lo que esperaba. 

Para mí gusto es un libro muy irregular, con partes llenas de entusiasmo que se leen casi de corrido y transmiten a la perfección esa ilusión del autor, no solo por su obra, sino por el proceso de creación en sí, y otras partes en las que se empieza a ir por los cerros de Úbeda y se me han hecho una bola que no estaba segura de ser capaz de digerir. 

Los ensayos no son muy largos, pero algunos me han resultado pesados y tediosos. Es innegable que el autor tiene un dominio del lenguaje que le permite todo tipo de giros y florituras, pero en ocasiones su discurso es tan elevado que se escapa volando y es difícil mantener la atención. En otras ocasiones, en cambio, ilustra el relato de la creación de algunas de sus obras, o el pasaje correspondiente de su vida como escritor, con ejemplos claros, amenos y muy visuales, que transmiten perfectamente sentimientos, sensaciones e ilusiones. 

Sin duda Bradbury era un maestro, y de todos los libros se aprende algo, pero esperaba sacar de este mucho más. Probablemente no lo haya hecho debido a mi propia incapacidad (o falta de respuesta a los estímulos de esta lectura, no lo sé) pero al menos no me he quedado con las ganas de saber si merecía la pena o no. Algunas partes me han merecido la pena y otras no. Tendréis que leerlo para saber si os ocurre lo mismo que a mí.