Hace ya un tiempo que leí La historia de Cas y La lucha de Jan, los dos primeros libros de esta trilogía de los hermanos Landvik. Supongo que he dejado pasar más tiempo de lo normal porque me daba pena despedirme de ellos. Los dos primeros me gustaron mucho y no me cabía duda de que con Till me iba a pasar igual.
SINOPSIS:
Till Landvik era la oveja negra de la familia, al menos lo había sido. Siete años después de huir y dejar a todos en la estacada, regresa por fin para expiar su culpa... Y la encuentra a ella, ¿la mujer equivocada o la horma de su zapato?
Solo iba a ser una noche, algo puramente carnal, pero sus caminos empezaron a cruzarse una y otra vez en una suerte de absurda casualidad. España, Alemania, México… ni siquiera diez mil kilómetros parecían ser distancia suficiente para mantenerlos alejados, a pesar de que después de cada encuentro, las heridas eran cada vez mayores y resultaban más difíciles de cerrar.
¡Maldita la hora en que dejé que ella me traspasara la piel y se instalase dentro de mí! ¡Maldita! De todas las mujeres del mundo tenía que ser ella…
¿Por qué narices no me puedo quitar de la cabeza al puñetero Landvik? ¡Maldito niñato! Entre todos los hombres del mundo tenía que ser él…
* * *
Quería disfrutar de esta historia sin prisas, por eso había dejado pasar un tiempo después de la de Jan, pero no ha sido posible. Desde las primeras páginas yo ya había perdonado a Till, que enseguida demuestra que, a pesar de no saber muy bien lo que quiere o quien es, sí ha aprendido de sus errores la importante lección de qué no quiere volver a ser. El arrepentimiento y la vergüenza por haber estado a punto de destrozarles la vida a sus hermanos lo han convertido en un ser solitario y un tanto perdido, y los echa muchísimo de menos.
Cuando, después de tanto tiempo, regresa por unos días, se encuentra con Tana. Ya entre ellos había saltado alguna que otra chispita en el primer libro de la serie, pero ella lo veía como un niñato, y su opinión de él no ha hecho más que empeorar a causa de su larga ausencia. Till ha madurado y ha cambiado, pero ella no lo ve y, al contrario que todos los demás, no es capaz de perdonarle su error. Lo maltrata de un modo casi cruel, y él se deja hacer, como si sintiera que aún lo merece, o como si se sintiera atraído por ella como una polilla por la luz, a pesar de saber que le hace daño. He odiado un poco a Tana en esa parte, todo hay que decirlo. Aunque también es cierto que ni ella misma se explica la inquina que le tiene. Y sin embargo no tiene mucho misterio: Till le gusta y eso la aterroriza, porque es la antítesis de su "hombre ideal".
Después, los encuentros se suceden y, llevados por una atracción física a la que ninguno de los dos puede resistirse, acaban acercándose más de lo que ninguno de ellos hubiera esperado y conociéndose mejor. La distancia, al mismo tiempo facilita y complica las cosas. Les da cierta seguridad, pero también los separa y los hace extrañarse. Y planta la semilla de la curiosidad. ¿Qué pasaría si pudieran estar juntos?
He de decir que he sufrido mucho con los reveses que les depara la vida, sobre todo por Till, que no se merece la mayoría de los desaires que le hace Tana. También por ella, cuando le toca cobrar su parte. Es una historia intensa, de perdón, de sentimientos profundos y fuertes, de dolor y de superación. Un magnífico broche para una trilogía espectacular. La recomiendo sin lugar a dudas.
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