He leído ya algunos libros de Ana González Duque y, aunque este que os traigo hoy, y el que viene después (Planeta Caro) están enfocados a un público juvenil, me apetecía bastante leerlos. Mi hija está empezando a tener problemas para encontrar lecturas, porque ha terminado ya casi todas las series destinadas a preadolescentes que le apetecía leer, de momento no le llama demasiado la fantasía (sí, estoy desesperada por que cambie de idea, pero así es), y muchas otras le quedan aún demasiado grandes, porque todavía no ha cumplido los trece. Así que contacté con la autora y le pregunté más o menos a qué público estaban dirigidos, porque prefería asegurarme. Me respondió que para 13-15 años eran perfectos, así que los encargué, firmados y dedicados. Este primero le duró apenas una semana, y nada más terminarlo, vino con él en la mano, me lo dejó sobre la tabla de planchar y me dijo: "Léetelo, ya. Necesito comentarlo con alguien".
Y nada, me senté en el sofá, y me lo leí casi de una tirada.
SINOPSIS:
Ed no cree en el instalove, pero cuando ve a Bruno por primera vez la atracción es inmediata. El problema es que no es el único que se ha fijado en lo adorable que es el nuevo. A Elena, su mejor amiga, también le gusta. Donde Ed es impulso y sentimiento, Elena es razón y análisis. Seguramente por eso, decide conquistar a Bruno aplicando el método científico. Ed no puede decirle que pare de hacer el idiota; entre otras cosas, porque aún no ha salido del armario.
No importa lo friki que seas, lo preparado que estés para los parciales del primer trimestre o que tus amigos sean lo más, cuando el amor viene a por ti, puedes darte por perdido. Para fans de «Harry Potter» y de «Con amor, Simon».
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Lo primero que me encantó del libro es que es un maravilloso alegato a favor frikismo y la diferenciación. Porque los protagonistas, y su círculo de amigos, son los raritos del instituto, y eso los hace únicos y especiales. Ed es un amor, muy sentido, y en plena lucha interna para reunir el valor de salir del armario. Su mejor amiga, Elena, es un cerebrito, apasionada de la ciencia, analítica y racional hasta lo absurdo. Como que piensa ligarse a Bruno, el alumno recién llegado a su clase, aplicando el método científico. Ed quiere explicarle que eso es una locura, pero no puede hacerlo porque no se atreve a decirle a Elena que a él también le gusta Bruno.
Aparte de ellos dos está Jorge, amigo de ambos desde la infancia, al que le encanta comer y que luce con orgullo camisetas con mensajes imposibles y de dudoso valor estético que solo los frikis de mayor nivel entenderían, y Caro, una incorporación al grupo un poco más tardía que estaría con los "populares" porque es una belleza, si no fuera porque además le apasiona el manga y eso la convierte en otra friki y la relega al grupo de los raritos.
Bruno es un misterio, porque al principio nadie sabe muy bien de qué pie cojea, si tendrá algo de friki y encajará en el grupito o los populares conseguirán echarle las garras. Porque lo intentan de inmediato, claro está. Es guapo y es la novedad, no necesita más. Y tampoco está muy claro si tirará más por Elena, o por Ed. Y no se sabe hasta el final.
Ha sido un placer descubrir toda esta fauna de instituto que a mí me queda ya muy atrás, pero que por muchos años que pasen mantiene suficientes puntos en común con lo que todos hemos vivido como para que consiga atraparnos. Si acaso, Proyecto Bruno puede alardear de frikis con fuertes lazos entre sí y que son un crisol de personalidades, etnias y situaciones familiares. Y todo ello tratado con la más absoluta naturalidad y respeto. Caro tiene dos madres. Los padres de Elena son de razas diferentes, y están en plena crisis matrimonial. Bruno se acaba de mudar con su madre, que se volvió a casar tras su divorcio y tiene dos hijos pequeños con su segundo marido. Familias de todo tipo, como las que uno puede encontrarse hoy en día.
Me ha encantado el equilibrio entre un lenguaje cuidado, pero accesible al público al que está dirigido, con una cantidad importante de referencias frikis, que sobre todo harán las delicias de los fans de Harry Potter, pero en las que también hay lugar para Big Bang Theory. Y no solo son divertidas, también son algo que provoca orgullo en quienes las pillan. Porque no hay nada mejor que sentirse parte de un grupo, más aún de un grupo tan guay como este.
Es una novela amena, ágil, llena de sentimiento, de ilusiones y de vida. De esa vida repleta de esperanza que se respira por todos los poros en la adolescencia. Muy recomendable para jóvenes de 13 a 99 años, y quizás incluso más.
Puedes hacerte con ella
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