Un millón de estrellas (Miranda Kellaway)

Ya había leído anteriormente algo de Miranda Kellaway y me gustó, así que cuando vi una reseña de este libro en el Blog de Vanedis, me lo apunté. Ya estaba avisada de que la narradora era uno de los puntos sorprendentes, y no os voy a desvelar su identidad, pero sí diré que es la primera vez (creo) que veo una narración en segunda persona y que, contra todo pronóstico, me ha encantado su papel en la historia, sus comentarios un tanto mordaces y la forma en que da cohesión a la narración. Es perfecta.

SINOPSIS:

Su existencia gira alrededor de una rutina marcada por la pérdida, la autocompasión y el victimismo, las tres palabras que mejor definen la vida de Luke Rivera. Pero un día, empujado por la necesidad de un cambio de aires, Luke decide pasar unos días en Shiloh, una casita heredada de un pariente ya fallecido. Cuando cruce el umbral de aquel santuario situado en el pictórico pueblo de Safehaven, en la mágica región de Vermont, se encontrará con extraños personajes inesperados que habitan en la propiedad, por los cuales no pasa el tiempo, y que le llevarán de la mano a enfrentarse a una realidad de la que no ha dejado de huir durante años. Hasta ahora. 

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Esta novela es el perfecto ejemplo de como una premisa parecida puede dar lugar a dos historias completamente distintas. No hay más que leer la sinopsis para ver que tiene algunas similitudes con mi lectura anterior, La casa de los principios: Protagonista que ha pasado por una gran pérdida y está bastante hecho polvo se retira a una antigua casa familiar y allí encuentra habitantes inesperados que le cambiarán la vida. Si lo hago a propósito no me sale. Lo de encontrar dos lecturas seguidas con un planteamiento tan parecido, quiero decir. Pero, como comentaba, es un buen ejemplo de como una historia similar se puede contar de dos formas distintas, con dos estilos distintos, y dar lugar a dos novelas que no tienen nada que ver una con la otra.

Para empezar, el tono de esta historia me sorprendió, no solo porque tiene más de rabia y frustración que de tristeza, sino porque además el narrador (la narradora, en realidad) tiene una voz incisiva, burlona, crítica y bastante irónica, que mete continuamente el dedo en la llaga. Luke, el protagonista, ha tirado por la borda su matrimonio, su trabajo, y su vida en general. Al llegar a la que fue la casa de su tía se encuentra con unos personajes que habitan allí y que no piensan marcharse hasta que él resuelva el desastre en el que ha convertido su existencia.

Me encanta la fantasía mezclada con la realidad en casi cualquiera de sus formas, así que me ha sorprendido y me ha gustado mucho encontrar ese toque místico. También la confusión y la incredulidad que provoca en el protagonista y cómo consigue cambiarlo desde dentro. Es una novela intimista, un poco ácida, con situaciones chocantes y divertidas y cargada de añoranza. También con cierta espiritualidad de la que tradicionalmente solía transmitirse de padres a hijos. La familia de Luke conspira para devolverlo al buen camino de las formas más insospechadas. Al final, entre una cosa y otra, es imposible que no le toquen el corazoncito.

No puedo decir mucho más para no desvelar la sorpresa, pero me ha gustado mucho el final, un poco mágico y lleno de esperanza. 

No estoy segura de que se pueda catalogar como feelgood, pero probablemente se acerca mucho. En cualquier caso, deja muy buen sabor de boca y, sin duda, sorprende. Os animo a darle una oportunidad.