A pesar de que en verano leo principalmente en papel, en mitad de mis vacaciones vi que salía una colección de relatos de HQÑ con la comida como denominador común. Casualmente esa semana acababan de lanzar el de Marisa Sicilia. Me encanta como escribe, y además, la sinopsis prometía bastante, así que ni me lo pensé. En unos minutos lo tenía en mi Kindle, y esa misma noche di buena cuenta de él.
SINOPSIS:
Divertirse es solo cuestión de encontrar la compañía adecuada.
Verano del 88. Milie es un ama de casa enganchada a Falcon Crest y a las películas románticas. Su marido no le hace caso, sus hijos están de campamento y su asistenta se ha marchado de vacaciones.
Josh acaba de llegar a Mumford, no tiene empleo ni grandes planes, así que no se lo piensa dos veces cuando Milie le propone que le eche una mano con las tareas más pesadas, como limpiar la piscina, cortar el césped, cavar el jardín… ¿Os he dicho que es muy joven? Y muy atractivo, y tiene ese acento tan adorable y tan propio del sur, y cada vez que sonríe Milie se olvida hasta de cómo se llama.
Ah, y también sabe cocinar.
* * *
Me ha encantado este relato corto pero lleno de detalles y, aun dentro de su estilo un poco jocoso y ligero, impregnado de un mensaje de incalculable valor: nunca es tarde para tomar las riendas de tu vida y hacer un corte de mangas a lo que piensen los demás de ella.
Milie es una perdedora con una vida aburrida, un marido que pasa de ella y unos hijos a quienes ya no les hace apenas falta. Vive en una lucha constante con la báscula y en el pequeño pueblo en el que vive no hay apenas distracciones. Hasta que aparece Josh, un chico mucho más joven que ella que le revoluciona las hormonas, la mente y la vida.
Si Milie, en su torpeza, es entrañable y divertida, Josh es simplemente adorable. Es el típico personaje masculino que te gana desde el minuto cero por su honestidad, su franqueza y su naturalidad. No es de extrañar que Millie haga tonterías cuando él entra en escena.
Me he divertido mucho y me ha encantado ese mensaje de esperanza y de coraje. Nunca es tarde para cambiar las cosas que no nos gustan. Solo hay que atreverse. Después de todo, es como probar sabores nuevos. A veces, ya no hay marcha atrás y pensar en volver a los insípidos platos de antes es imposible una vez que los has probado, ¿verdad?
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