domingo, 31 de mayo de 2020

La primavera en suspenso (y casi todo lo demás también)

Esta entrada tiene dos objetivos muy concretos: el primero, explicar un poco por qué llevo casi dos meses medio desaparecida de las redes, y el segundo, decirme a mí misma que ya vale, que hasta aquí hemos llegado, y que la vida sigue y hay que adaptarse cuanto antes a la tan nombrada "nueva normalidad".

Espero que no, porque nos habríamos quedado ya sin gatitos.

No sé vosotros, pero yo desde el 13 de marzo entré en una suerte de embotamiento en el que no podía ver mucho más allá de las paredes de mi casa, ni de las horas del día en curso. Ante la incertidumbre supongo que el cerebro se aferra al "aquí y ahora", que es lo tangible y lo que nos aporta cierta seguridad. Empecé a teletrabajar casi de inmediato, pero con mi marido también teletrabajando y dos niños en casa teleestudiando (palabra que no sé si existe pero que refleja muy bien que los cuatro nos hemos visto abocados a compartir espacio, horarios y conexión WiFi), las cosas no han sido fáciles.

¡Mira qué monos ellos! Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. 

Por el momento no hemos tenido que temer por nuestros empleos más allá de la duda razonable que siempre queda en tiempos de incertidumbre, pero el miedo al contagio latente en toda la población, el confinamiento repentino, el cambio tan brusco de costumbres y el estrés que todo eso conlleva han puesto nuestras costumbres patas arriba, y a consecuencia de ello, muchas cosas se han postergado o cancelado. Íbamos a hacer un viaje especial esta Semana Santa y no ha podido ser. Tampoco las celebraciones de cumpleaños con la familia, ni las celebraciones por el 700 aniversario del municipio donde vivo. Ni siquiera parece que vaya a haber fiestas este verano.

Adiós a mi viaje especial de Semana Santa.


Mientras me hago a la idea, me doy cuenta de que también se me ha pasado casi la primavera sin enterarme. Dos meses y pico en los que no me he puesto ese vestido tan mono que es un poco fresco para el invierno pero ahora ya hace demasiado calor para usar. Dos meses en los que apenas me he puesto vaqueros un par de veces para salir a la compra, y que me he pasado en leggins, como la inmensa mayoría de los que casi no se han movido de su casa. En ese tiempo tampoco he leído gran cosa, para qué negarlo. Somos animales de costumbres, y yo leo en el transporte público, de camino al trabajo, y a la hora de comer. Sin desplazamientos por estar teletrabajando, y comiendo en casa (con los niños, no lo olvidemos), probé al principio a leer un rato por las tardes, pero descubrí que me costaba horrores concentrarme. A día de hoy llevo 7 libros de retraso en mi reto de Goodreads. Y para qué hablar de escribir o corregir... Dos meses llevo revisando el tercer libro de la serie Magia y aún voy por la mitad.

Pues sí, al final lo mío va a ser una flojera de órdago.

Por lo menos, con los primeros cambios de fase, algunas cosas se han empezado a mover un poco. He empezado a salir a caminar, y me he ido mentalizando para retomar mi vida. Me he cortado el pelo, he leído algunos relatos (mi cabeza no da para mucho más), y algunos días he conseguido corregir un capítulo entero. Paso a paso, calentando, como suele decirse.


Pues sí, así estoy ahora, calentando motores. 

Mañana retomo el trabajo de forma presencial, aunque sea en un horario un poco más reducido porque seguimos compaginándolo con el teletrabajo. Volveré a llevarme el libro para leer en el trayecto de ida y vuelta. Y con esa pequeña vuelta a la rutina, he decidido que ya es hora de olvidar la primavera y abrazar el verano, que ya está casi aquí. Voy a retomar la corrección con un poco de fundamento, a ver si consigo sacar el libro antes de que las vacaciones se nos echen encima (me he puesto julio como objetivo, espero ser capaz de cumplirlo), y a recuperar la actividad en mis redes sociales. Poco a poco, sin prisas, sin agobios, como tenemos que recuperarlo todo. Algunas cosas quizás no vuelvan, como esta primavera fantasma que no sabemos bien a dónde ha ido, pero otras volverán, tal vez no de la misma manera, pero volverán.

Ya lo dijo Bécquer. No serán las mismas golondrinas, pero volverán.

En fin, que aquí estoy de nuevo dispuesta, si no a recuperar el tiempo perdido, al menos a no perder ni una semana más. Ahora mismo cojo mi agenda y empiezo a planificar el ritmo de corrección, las lecturas, las reseñas y las publicaciones de Instagram y Facebook... Y desde mañana, con mi vuelta a algo parecido a la rutina, ya os contaré cómo me ha ido. 
¡Nos leemos!

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