Este libro me tocó en un encuentro literario y la verdad es que, ni había oído hablar del autor, ni me gusta demasiado la poesía. Me ha costado terminarlo, aunque no me sorprende porque, como ya he dicho, no me gusta demasiado la poesía.
SINOPSIS:
La experiencia de un hombre que puede ser todos los hombres, un hombre a corazón abierto hablando sobre todo aquello que ama o le desvela.
Todos mis futuros son contigo es una autopsia emocional en toda regla, el diario sorprendido de alguien que tropieza con sus sentimientos y, asombrado, los comprende de inmediato. En ocasiones puede que dudes de si es poesía, prosa poética o frases lanzadas desde el fondo del corazón. No queda claro. Lo que está claro es que no te va a quedar ningún sentido intacto tras su lectura.Aquí hay poemas de amor, hay poemas que van desde el apego más romántico y suicida a otros que aseguran que el amor no es una forma de quemarse, sino un modo de tender puentes entre dos almas para que la felicidad pueda cruzar a pie de un corazón al otro. También hay desamor. Sea como sea, amor o desamor, te verás reflejado en cada línea. Hay poemas que persiguen la justicia social con la misma determinación con que ciertos gobernantes aplastan a los pueblos, hay caídas, hay desvelos, homenajes, viajes al interior, hombres que no consiguen dar consigo y hombres que se escriben a sí mismos las cartas de amor que siempre se negaron. Vida, vida estallando en cada verso.
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Al no ser lectora asidua de poesía no tengo realmente mucho con lo que comparar, y probablemente no entiendo lo suficiente como para saber si es bueno o malo. O simplemente eso es algo secundario (o relativo, o subjetivo) y lo que importa es si me ha llegado o no.
La verdad es que el comienzo me hizo pensar que podía gustarme. Hay algunos poemas que dejan cierto eco al leerlos, una sensación agradable que me animó. El tono va cambiando de unos poemas a otros y, tal y como promete, los hay de amor romántico, amor suicida, desamor, protesta social y desilusión. Muchos con un deje amargo. Otros con un romanticismo que tira un poco a soez y a barriobajero. No tengo ni idea de prosa poética, ni me avergüenza reconocerlo, pero como buena adolescente de los ochenta que fui, y que adoraba las canciones de El último de la fila, ese tono prometedor de los primeros poemas me ha sabido pronto a poco, a usado, a poco original, a frases vacías y gastadas que quedan muy monas en los perfiles de Instagram o de Facebook, y en tazas y bolígrafos, pero no aportan realmente nada nuevo. Enseguida me ha empezado a sonar todo a Joaquín Sabina, que también tiene letras fantásticas, pero con uno nos basta, porque no es fácil encontrar ese equilibrio entre la crudeza, el sentimiento, la picardía y el descaro con un toque gamberro, y Sabina es mucho Sabina y tiene un estilo muy personal.
Tal vez sea que las letras de canciones tienen además la música para acompañarlas, y eso ayuda, pero la poesía, o la prosa poética, van solas, y para mí no han sido suficiente. Me ha costado bastante terminarlo aunque de vez en cuando había algún poema que no me disgustaba. Pero no era suficiente. Definitivamente, la poesía no es lo mío (aunque me voy a permitir exceptuar a Becquer que me encantó en el bachillerato y del que aún recuerdo de memoria poemas enteros).
Supongo que va en gustos. Tal vez sea un tipo de lectura que haya que leer por uno mismo sin fijarse en recomendaciones o comentarios para saber si es algo que puedes disfrutar o no. Ahí lo dejo.
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