Hay tres épocas en el año en las que desde hace mucho tiempo me entra algo así como una crisis existencial, y de pronto tengo la necesidad imperiosa de hacer cambios. Suele coincidir con Año Nuevo, mi cumpleaños y el verano.
La verdad es que tengo suerte, porque mi cumpleaños es a primeros de mayo y eso da como resultado que los momentos de "redecoración de mi vida" están perfectamente distribuidos a lo largo del año. Seguro que la mayoría de vosotros entendéis a qué me refiero: buenos propósitos como dejar de fumar (bueno, ese no, que yo no fumo), ponerse a dieta, hacer más ejercicio, darse un cambio de imagen, atreverse con un nuevo proyecto, poner orden en aquello que vemos que no va como debería...
Los llamo "momentos Ikea", porque aunque empiezan gradualmente, un buen día me siento como si acabara de volver de Ikea: necesito limpiar, tirar, ordenar. Necesito que mi vida se vea tan organizada y tan bonita como esos pisos minúsculos e imposibles que montan en Ikea en un rinconcito de 30 metros cuadrados
No aspiro a la perfección, pero sí a estar a gusto conmigo misma, y quienes me conocen un poco, saben que no soy de esas personas que se quejan de casi todo y no hacen casi nada.
Yo sí, evalúo, decido y actúo. A veces no hago todo lo que quisiera (de hecho es una suerte que me dé uno de esos ramalazos cada cuatro meses, aproximadamente, porque suele coincidir con el momento en que el anterior está ya olvidado), pero al menos me mantienen en evolución, en movimiento.
Por otra parte, confieso que soy bastante influenciable en este aspecto. Basta con que tenga ganas de hacer algo, para que el mínimo estímulo me cargue las pilas.
Como una visita a Ikea.
De vez en cuando es necesario reorganizarse por dentro y por fuera ¿no creéis? Este verano he empezado pronto: me he esforzado en comer mejor, he optado por subir más escaleras ya que no creo que consiga nunca la suficiente motivación como para ir al gimnasio..., jajaja..., he decidido cortarme el pelo... Además, se da la circunstancia de que he cambiado de trabajo y estoy muy a gusto en el nuevo, pero me queda bastante por hacer. Ya he empezado a planificar el tiempo que paso con los míos, el que dedico a hacer las cosas que me gustan, el que necesito para las novelas que tengo en mente y para las que tengo escritas pero por revisar... Para sacar proyectos adelante hay que decidir y actuar, ¿verdad?
El verano ya está aquí y pienso dejar que me cargue las pilas, a tope, sin miedos.
Ahora decidme, ¿tenéis vosotros estos momentos de inspiración? ¿Redecoráis vuestra vida?
¡Venga, aprovechemos el veranito!
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