Piérdete... conmigo (Anna García)

 Cualquier cosa que escriba Anna García, da igual la temática, acabará por caer en mis manos tarde o temprano, porque ya conozco su estilo lo suficiente como para saber que en un momento u otro me apetecerá y será una lectura que disfrutaré. Eso ocurrió con este libro. Lo vi en Prime Reading, leí la sinopsis y pensé "¡Adelante con él!". 

De entrada tiene una portada preciosa y fresca que anticipa una divertida comedia romántica, ¿no os parece?

SINOPSIS:

Degustar un Mai Tai al borde de la playa desde una hamaca de tu villa privada.

Atragantarte con un chupito de algo desconocido en la barra del bar más destartalado.

Viajar con lujosas maletas Louis Vuitton o cargando con una enorme mochila llena de parches.

Los viajes de Emma y los de Finn son completamente opuestos, pero los dos triunfan con sus programas viajeros de TV en la misma cadena. Una, viviendo a todo trapo, el otro, buscando los rincones más desconocidos. No pueden ser más opuestos, y difícilmente van a coincidir, aunque estén en la misma ciudad grabando. Salvo que el destino, y las audiencias, pueden decidir otra cosa.

A algún directivo con un extraño sentido del humor se le ocurre proponerles que trabajen juntos en un mismo programa. ¿Un greñas mochilero en el restaurante del chef más reputado de Francia rodeado de clientes trajeados? ¿Una exquisita mujer luciendo sus Manolos en la barra de un sucio garito lleno de sorprendidos y ruidosos clientes en chanclas? Solo pueden saltar chispas. 

* * *

Aunque a veces no esté tan claro eso de que los opuestos se atraen, sin duda es cierto que se complementan, y desde las primeras páginas nos queda clarísimo que Emma y Finn son exactamente lo que el otro necesita, aunque no se den cuenta. Él es un alma libre, acostumbrado a vivir en cualquier rincón del mundo con lo mínimo imprescindible y a empaparse de la cultura local, de su comida y de sus gentes sin ningún reparo ni prejuicio. Ella, en cambio, es una niña bien con una familia asfixiante y encorsetada frente a la que no se atreve a rebelarse. Bueno, en cierto modo lo hace, a través de un trabajo que para ellos no es tal, sino una especie de pasatiempo del que esperan que se aburra para sentar cabeza, casarse y convertirse en lo que todos esperan que sea. Que esa sea o no la vida que ella desea es irrelevante. 

La verdad es que es una familia de lo más tóxica y esnob, y genera un rechazo instantáneo y bastante visceral, o al menos a mí me ha ocurrido así. La familia de Finn, en cambio, a pesar de ser un tanto atípica (es huérfano y se ha criado con su hermano y un abuelo que estuvo en el ejército y volvió bastante tocado de la guerra), es muchísimo más equilibrada. Los tres van un poco por libre, pero saben que pueden contar unos con otros. Lo básico para considerarse familia, vamos. Lo que Emma no tiene. 

Cuando la cadena para la que ambos trabajan decide juntarlos en el mismo programa, se masca la tragedia. Cada uno tiene éxito en su propio programa, pero los estilos de ambos son tan diferentes que es inevitable preguntarse cuánto tardará en liarse parda. En realidad, a pesar de sus diferencias, sienten algo más que curiosidad el uno por el otro desde el  primer minuto, lo cual suaviza muchas de las tensiones, aunque obviamente desata otras. Entre pequeñas crisis de derroche por un lado y austeridad obligada por otro, con muchas risas de por medio y algún que otro cabreo, se van quitando de encima las capas que ocultan sus emociones y sentimientos y su verdadera forma de ser. Y entonces descubren que se gustan más de lo que pensaban, pero también que las diferencias entre ellos podrían ser un obstáculo insalvable.

Pues nada, solo os queda averiguar si es así o no y, de paso, conocer a un par de secundarios fantásticos (fan de Stu desde el minuto cero, lo confieso, y también del abuelo) y visitar algunos destinos maravillosos. Creo que el viaje merecerá la pena. Ya me contaréis. 

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¡Nos leemos!