lunes, 13 de noviembre de 2017

Los mejores momentos para leer


En realidad, esta entrada tiene trampa, porque el mejor momento para leer es cualquiera. Si te gusta leer, cualquier momento es bueno porque, de hecho, pocas veces puedes hacerlo como realmente te gusta. Aun así, hoy he decidido hilar un poco más fino y contaros cuáles son mis momentos y lugares favoritos para leer. Tengo curiosidad por saber si coinciden con los vuestros.

5-Antes de dormir.

Salvo muy raras ocasiones no es mi momento favorito para leer, la verdad. El caso es que a mí leer no me da sueño, sino que me espabila a nada que la lectura sea entretenida. Me pueden dar las tantas con el ya clásico "Un capítulo más y lo dejo", y no es plan, que luego al día siguiente me caigo de sueño.
Además, leer en la cama tiene otro inconveniente, y es que si por casualidad estoy tan cansada que me entra el sueño, no me entero de lo que leo. Y eso me da mucha rabia. Leer un párrafo, pestañear porque se me cierran los ojos y darme cuenta de que no me he enterado de nada. Volver a leerlo. Quedarme igual. Al final, apagar el kindle porque estoy perdiendo horas de sueño y además no avanzo en la lectura.
Porque esa es otra, de noche tengo que leer en kindle o mi señor marido se desvela. Otra de las ventajas de la lectura en digital, que no hace falta encender la luz para leer.

4-Leyendo espero.

Un clásico, ¿no? Es maravilloso poder matar la espera en la consulta del médico, en la oficina de Hacienda o en cualquier otra parte en la que, de otra manera, estaríamos perdiendo el tiempo. Ya que no depende de nosotros que nuestro turno llegue más pronto o más tarde, lo mejor es tomárselo con filosofía y aprovechar para distraernos y disfrutar, ¿no creéis?
Desde que tengo la aplicación kindle en mi móvil ya no me desespero cuando me toca hacer cola. Saco un libro y ¡a leer!

3-Transporte público.


Bueno, no es que sea uno de mis lugares favoritos para leer, pero paso cerca de una hora diaria en el autobús o el metro para ir a trabajar y, desde que me acostumbré a ir leyendo, se me hace mucho más corto el viaje, y leo mucho más (bendito kindle, que no pesa casi nada). A veces me fastidia tener que dejar el libro en lo mejor, pero es un mal menor. Me enfrento al trabajo con más ganas y de mejor humor si he pasado quince minutos enfrascada en la lectura de una historia apasionante, o divertida, o incluso en un manual del que he podido aprender cosas útiles que estoy deseando poner en práctica.

2- Tardes de sofá y mantita, con café o te.


También me encantan, pero son un bien escaso. Especialmente porque al estar en casa mi conciencia me dice que debería estar escribiendo. Y como además me suele apetecer, a menudo lo hago. Aunque si una aprovecha el tiempo, cunde para las dos cosas.
Mis tardes de sofá, manta y libro suelen coincidir con momentos en los que tengo una lectura muy avanzada, estoy enganchadísima y lo quiero terminar ya porque necesito saber (y porque no voy a poder centrarme en escribir aunque lo intente hasta que lo termine). Si llueve y hace frío, me echo la manta por encima y ¡a disfrutar!
El té o café es un plus. Por lo general prefiero el té, que me lo pongo en taza bien grande y me dura más. Eso si no se me va la olla leyendo y cuando me acuerdo de echar mano a la taza se ha quedado helado, que no sería la primera vez que me pasa.

1- En la playa o en la piscina.



El verano es sin duda la época del año en la que más leo y más disfruto de la lectura. Hace ya unos años adquirí la costumbre de aprovechar las ofertas de libros de bolsillo que ponían en el hipermercado donde hacía la compra para aprovisionarme de lectura en papel para todas las vacaciones. Ni en mi bolsa de la playa/piscina ni en mi maleta de vacaciones falta nunca un libro (de hecho en la maleta me suelo llevar cuatro o cinco para dos semanas, para desesperación de mi marido). Y, por imitación, tanto él como los niños se llevan también su libro a la piscina. Y nuestro número de lecturas este verano se ha disparado. En papel, por cierto, no sea que me cargue el kindle, que me da un mal. Además, el tacto del papel es agradable, y su olor. Y hay libros que apetece tener en papel.
Adoro la sensación del sol sobre mi piel mientras viajo a otro lugar e incluso a otro tiempo, durante horas. Esa tranquilidad de disfrutar sin prisas de algo que te gusta es impagable. Por suerte mis hijos son lo bastante mayores como para no necesitar atención constante en las tardes de piscina, así que es mi momento. Y lo adoro.

¿Y vosotros? ¿Cuándo y dónde preferís leer? ¡Estoy esperando vuestros comentarios!


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